Marta, a quien
algun@s de
vosotr@s conoceréis por ser fiel seguidora de una morena pecosa, me lanzó una propuesta el otro día: describir un día de mi vida, concretamente el 11 de Noviembre (el pasado miércoles) y aquí está. Un día en mi vida...
7:50
- Susana, son las ocho menos diez…
- Mmmmmm, ya voy….
No puede ser… apenas consigo abrir los ojos, ánimo Susana que ya es jueves…
- Irene, despierta, que hay que ir al cole…
- Mmmmmm, joooo, llama a Susana…
- Venga, anda, hoy te toca a ti ser la primera…
- Ráscame la espalda…
- Ya está, ahora levántate.
- Un poquito más…
- Ya, que luego vamos siempre tarde. Susana, levanta.
- Espera un poco.
- No, no espero. Ya.
Esta la razón de que me levante a las 7:50. Tener 10 minutos de “espera un poco”.
Después de media hora de “venga, come, que se te queda helado el colacao” distribuimos los itinerarios: Pedro lleva a Julia al médico que está (otra vez) con tos y yo llevo a las niñas a la guardería del cole a la que acuden una hora todos los días antes de entrar a clase a las 10:00 porque yo entro a las 9:00.
Normalmente llevaría yo a Julia al médico pero hoy tenemos reunión importante en el cole, el viernes tenemos la Magosta, una gran fiesta que celebra toda la Infantil junta en la que cantamos canciones de la tierruca, hacemos algún baile y asamos castañas que comemos entre todos. Es una fiesta muy bonita pero una auténtica movida de organización de padres, madres, decoración, ensayos de canciones y bailes, conseguir los hornillos, las bombonas, padres y madres que nos ayuden a picar castañas, hacer cucuruchos de papel de periódico, asarlas el día “D”.
Así que después de pasar la mañana entre lápices y pinturas, música e inglés, intentando prestar toda mi atención a 24 personitas a la vez recojo a mis tres princesas y volvemos a casa.
Hoy parece ser el día de las excepciones pues normalmente Asun que es mi tercera mano recoge a Julia y la va dando de comer y cuando yo llego a casa con Susana e Irene la comida está lista y la pequeña Julia ya casi ha terminado de comer.
Pero Asun tiene la famosísima gripe A y estará toda la semana guardando cama así que debo recoger a las tres e ir corriendo a casa, preparar la comida que ya dejé medio hecha el día anterior, darles de comer, comer yo, y casi sin tiempo para respirar volver a salir de casa. A las 15:00 llega Pedro que nos acompaña al cole, así me da tiempo a darle un beso rápido y que me cuente que le dijo el médico sobre Julia.
Por la tarde dos horas de clase. A las 17:38 cuando vino el último padre a recoger a su hijo comienzo las entrevistas, hoy es segundo miércoles de mes. Hasta las 20:00 recibo a padres y madres, algunos realmente preocupados por sus hijos, otros se esconden tras una máscara e inventan mil historias para disculpar la conducta de sus criaturas.
A la salida, mi momento de la semana. No están las niñas, Pedro se las llevó a las 17:30 y yo no tengo que ir al parque con las meriendas, o a la biblioteca, a música, a hacer algún deber para clase (aún muy pocos que son chiquitinas), ni baños, ni cenas…
A veces utilizo este rato para meterme en Internet, leer qué me cuentan mis amigas cibernáuticas, escribir algún post en mis blogs… pero hoy he quedado con Rebeca, mi burbuja de aire. Toda mujer necesita una amiga, alguien con quien compartir las confidencias más trascendentales, o las vanalidades más absurdas, pero para mí es tan necesario como el respirar.
En un par de horas recortamos y pegamos unas cuantas cartulinas haciendo tarjetas de Navidad, construyendo algunos sueños de un puñado de niños color café. Pero principalmente hablamos, charlamos, parloteamos, compartimos… nos comunicamos.
Las horas pasan como si fueran minutos y cuando quiero darme cuenta mi oído de madre ya detecta las voces de mis hijas cuando aún están en el primero (vivimos en un quinto sin ascensor).
Me despido de Rebeca y comienza el ritual de las noches. Pijama, cuento y oraciones. Al terminar…
- Buenas noches, que soñéis con los angelitos.
- Y tú mamá, y con el niño Jesús, y con San José, y… con todo lo que te digo siempre.
- Un beso mamá. (smuak) ¿Los besos se borran?
- No, no se borran.
- Ni aunque haga así (y toca su mejilla contra la almohada)
- Ni aunque hagas así.
- Por el juramento secreto.
Junta sus dedos índices y yo los desuno con un dedo.
- Por el juramento secreto.
Ahora le toca a ella desunir.
- Otro beso.
- Hasta mañana.

- Mamá ¿Cómo se duerme?
- Pues cierras los ojos y piensas en cosas bonitas.
- Mamá, ¿y en qué pienso?
- No se, en lo que más te guste… en que tenías una granja con caballos, perros y conejos.
- Buenas noches.
- Buenas noches.
- Te quiero mamá.
- Y yo a ti.
- Otro beso.
(smuak)
- ¿Mañana voy a tu cama?
- Si (si te voy a tener que levantar yo…)
- Buenas noches.
- Buenas noches.