Continúo mi relato sobre cómo ha ido evolucionando la amistad, al menos en mi vida personal.
De la amistad de la adolescencia tan imprescindible, tan intensa... pasamos a la amistad en la madurez. El tiempo pasa y la vida va cambiando, dejamos de ser estudiantes con tantas vacaciones, ocio, tiempo libre... a pesar de los exámenes, qué buena vida que nos pegábamos ¿verdad?
A tener un trabajo, unas obligaciones, quizás preparar unas oposiciones, tener una pareja más consolidada...
En mi caso concreto me casé muy joven, casi ninguna de mis amigas estaba casada cuando yo lo hice, aunque esto no cambió mi vida mucho. Lo que realmente supuso un cambio de 180º fueron ellas: mis hijas, mis tres soles, que al igual que el astro rey hacen que todo gire alrededor suyo.
Tener una vida que sólo depende de tí (bueno, y de tu pareja...) te cambia la vida de una forma que nunca habías imaginado. Supongo que el hecho de tener tres vidas pendientes de tí te la cambia el triple... jejeje.
En mi vida supuso un periodo de letargo, como una hibernación. Conozco a gente a la cual admiro cuyo ritmo de vida no para por tener hijos, y allá les ves a las 23:00 en una terraza de Santander con el niño en el capazo. Si se van de viaje el niño va con ellos y si tienen un evento, al que no renuncian, también.
Yo no supe hacerlo de esa forma, quizás también por tener 3 tan seguidas, que Irene sufriera el famoso cólico del lactante durante 9-10 meses, que mi marido sea un pelín sobreprotector...
El caso es que durante un tiempo mi vida fue tomas cada tres horas (5 años casi sin regla!!!!! jajajaja), pañales, papillas y visitas al pediatra.
No todas mis amistades resistieron aquel tiempo. Algunas sí, otras reaparecieron. Y surgieron otras más. De las que aparecieron en aquella época recuerdo como mi tabla de salvación a todas mis amistades internáuticas.
Soy una persona que no calla, quienes me conocéis en persona lo habéis podido "sufrir" en vuestras carnes, necesito comunicarme, y contar todas mis chorradas, que otros me cuenten las suyas... abrirme al mundo, vamos. Que si no, la casa se me cae encima.
Así que, durante ese tiempo esta pequeña ventanita era mi puerta con el mundo. Conocí a gente fabulosa, con la cual llegaba a compartir cosas que no hacía con quien tenía a mi lado.
Quizás, el hecho de estar oculta tras un "papel" te hace abrirte más, como si fuera un diario... ¿veís? aquí estoy otra vez, contándoos mi vida.
A
algun@s he tenido el placer de conoceros en persona y he descubierto con alegría que sois tal y como os mostrais en la pantalla: cercanos, generosos, divertidos... y siempre estáis ahí.
A
tod@s gracias, muchisimas gracias por ser una parte muy importante de mis amigos de la madurez.
Y la cuarta parte para cuando cumpla los 50 no?